Eric Pearl y tú

Eric Pearl es la primera persona que canalizó este nuevo tipo de energía reconectiva y que en la actualidad se encarga de enseñar cómo repartir luz e información a través de ella por todo el mundo, mostrando cómo practicar las sanaciones reconectivas y reconectar a la gente con su esencia universal.
Puedes leer la biografía de este doctor que cambió su vida para dedicarse a la práctica y a la enseñanza del uso de la energía reconectiva en su libro "La Reconexión. Sana a otros y sánate a ti mismo".
Pero es importante que sepas que Eric es sólo la persona de la que tenemos conocimiento de que recibiera esta energía por primera vez, pero tú mismo puedes encontrarte en la misma situación si así lo decides. Puedes recibir el mismo nivel de energía que transmite Pearl y que transmitimos todos los sanadores. Sólo con informarte sobre el tema, leer algo sobre la Reconexión, este blog u otro que hable de esta energía, el Universo te va a condecer este don, sólo abre tu conciencia. Cierra los ojos en este momento y siente tus manos ¿Qué tal? ¿Pasa algo?. Estoy segura de que sí.
Si sientes este magnífico regalo disfrútalo,  y siéntete afortunado por empezar a ser parte activa de este cambio planetario. Aprovecha la grandeza de ser Humano, comienza a darte cuenta del poder de los hombres y mujeres que habitamos en la tierra y empieza a cambiar el mundo.





Por si quieres saber algo más de la persona que más tiempo lleva trabajando estas energías y que las enseña por todo el mundo copio aquí la entrevista que le realizó a Eric Pearl la revista Discovery Salud  en el número 124 de febrero del 2010.

Eric Pearl nos recibió en la habitación del hotel en el que se alojó en Madrid, situado en una de las nuevas torres que desde el paseo de la Castellana dominan hoy la ciudad. Y no perdimos el tiempo.



-Díganos: ¿cómo definiría la Sanación Reconectiva? ¿Cómo una nueva terapia energética?


-La sanación a través de la Reconexión nos lleva más allá de la Medicina Energética. La Sanación Reconectiva es una forma de sanación a la que tenemos acceso por primera vez en nuestro planeta. Nos reconecta con la plenitud del universo y a la vez con la plenitud del ser que somos. Y esto sucede porque ahora podemos acceder a un ancho de banda de frecuencias totalmente nuevo que incorpora e incluye todo lo que es accesible a través de la energía. Va pues más allá de la energía, hacia la luz y la información, en un nivel al que no habíamos podido tener acceso hasta la fecha. Los científicos lo describen originalmente como algo nuevo en el planeta y tiene sentido si se entienden dos conceptos. El primero que somos seres de cuatro dimensiones: altura, anchura, profundidad… y tiempo. Nos han educado pensando que somos seres de tres dimensiones aun cuando ya Albert Einstein dijo que lo somos de cuatro en los años 50. La comunidad científica no aceptó sin embargo esta realidad formalmente hasta el 2000. La Física Cuántica nos representa de hecho hoy como una burbuja de cuatro dimensiones en un universo multidimensional. Bueno, pues el interior de esa burbuja se ha llenado de energía. Y eso es lo que da sentido a formas de sanación como el Reiki, el Qi Qong, la Cromoterapia, etc. Da igual el nombre que se les dé pero lo que hemos visto hasta ahora son subtipos de energía distintos. Los investigadores han explicado que lo que hace que todo sea diferente hoy es que estamos en un período en el que el tiempo se ha agilizado. No de forma lineal, de principio a fin, sino que se está moviendo ¡en todas las direcciones al mismo tiempo! Y eso significa que éste se está expandiendo, que la burbuja en cuatro dimensiones se está expandiendo. Y que lo que antes estaba fuera ahora está dentro por primera vez.


-¿Y cómo funciona la Sanación Reconectiva?


-Para empezar le diré que nosotros no tenemos que pedirle a quienes vemos que se quite las joyas, apague el móvil o vacíe los bolsillos de monedas antes de atenderle. Ni tenemos que mover las manos necesariamente en una dirección y no en otra. Ni usar colores determinados. O inspirar hasta contar cuatro y expirar al llegar a ocho. Nosotros simplemente accedemos a un nivel de “luz”, a un nivel de vibración más elevado, que se acompaña de una sensación y entonces el cuerpo vuelve a su estado natural de equilibrio. ¿Cómo sana el cuerpo? No según el modelo químico que aprendimos en el colegio y que hoy sabemos está obsoleto. El cuerpo mejora a través de frecuencias, de vibraciones, de información. Porque todo en él está intercomunicado a través de la luz. Hoy sabemos además que la Iluminación no es simplemente un concepto espiritual. El ADN de cada una de nuestras células emite luz. El doctor Fritz Albert Popp en Alemania fue una de las primeras personas en descubrirlo. Nuestro ADN emite luz de un determinado nivel y utiliza frecuencias variables como herramienta de información lo que sugiere que el sistema de biorretroalimentación del cuerpo depende de las ondas de luz. Se encontró con que la luz es responsable de la fotorreconstrucción de las células. Y que los agentes carcinógenos, por ejemplo, pueden causar cáncer porque bloquean esa luz y entonces la fotorreparación no puede llevarse a cabo. Cuando estamos enfermos nuestras ondas de luz están desincronizadas. De ahí que nuestra salud empeore a medida que baja la intensidad de la luz y mejore cuando aumenta. Yo creo en lo que llamo Teoría de la Causa Primera según la cual el grado en que nos alejamos de un perfecto estado de salud se corresponde con el grado en que temporalmente olvidamos lo que somos. Porque somos también luz y estar iluminado es estar en equilibrio.


Los sanadores que practicamos la Sanación Reconectiva lo que hacemos es entrar en situación y, simplemente, nos permitimos “escuchar” con un sentido diferente. Yo dejo que mi mano se mueva, voy buscando alguna sensación y luego juego con ella hasta percibir lo que llamamos distintos registros o respuestas involuntarias a esa conexión. Sentimos y tenemos acceso a un nivel más amplio o espectro de curación, más allá de la energía curativa. Un espectro que se compone de energía, luz e información. Y una vez que aprendemos a acceder a ese nuevo nivel tenemos sensaciones diferentes en nuestros cuerpos y nuestras manos; diferentes sentimientos. A veces se percibe como un “zumbido”, otras es un sentimiento de “bienestar”, a veces un “empujar” o “tirar”, un “caliente” o “frío”, un “húmedo” o “seco”… o todo al mismo tiempo, muchas sensaciones diferentes. Y sin embargo todas las sensaciones se sienten benéficas. Nos recuerdan en cierto nivel que somos “luz” y desde allí trabajamos.


-¿Y cómo se llegan a producir las sorprendentes curaciones de las que dan testimonio tantas personas en el mundo?


-Mire, todos estamos conectados. Por eso cuando interactuamos con otra persona, aunque no la toquemos, la sensación, el sentimiento de vibración, la conciencia de ser seres de luz …se comunica también. Y así, en algún lugar dentro de esa otra persona, una voz pequeña -en sentido figurado- va y dice: “Oye, lo recuerdo. Este soy yo vibrando en la luz. Este soy yo vibrando saludablemente. Creo que voy a hacerlo de nuevo”. Y cuando regresan recobran esa vibración de luz. Y si es apropiado para esa persona en ese momento, en el tiempo, en su vida, el problema de salud simplemente desaparece y se produce la curación. Así de simple. Y todo lo que sea más complicado que eso está diseñado para venderte algo.


-Usted sostiene que basta un seminario de Sanación Reconectiva para aprender todo lo que hace falta para acceder a su nivel de sanación.


-Tenemos que aprender a encontrar algo a lo que no hemos estado expuestos hasta ahora. Y durante los seminarios trabajamos en ello y aprendemos a reconocerlo más fácilmente. Lo primero que encontramos es que hay una respuesta física y entonces enseñamos a reconocerla. Cuando estás en los seminarios de sanación estás absorbiendo, estás en remojo como una bolsa de té en agua caliente y vas cambiando al aprender a jugar con ello. Esto nos permite traer este don de la sanación a otros y compartirlo con muchas otras personas en el mundo. Pero no es un don que tengo sólo yo. En apenas un fin de semana -y sé que es muy difícil creérselo- se puede aprender a acceder al mismo punto que yo. Al final de un seminario de fin de semana yo puedo hacer dos promesas: una es que se va a poder acceder y facilitar cualquier nivel de sanación que pueda hacer yo. Y dos, que se va a poder acceder y facilitar cualquier nivel de sanación que cualquier sanador pueda ofrecer en el planeta, ya trabaje en una iglesia en medio del Brasil o haya sido educado por monjes en el Tíbet. El hecho es que puedes hacer todo y puedes transcender esa energía y llegar a un nivel de integridad. Es tan sencillo que entiendo que parezca imposible pero es como si imagináramos una moneda: un lado es el don y el otro el reto. El don nos permite transcender por completo nuestras técnicas energéticas conocidas y el reto es saber si estamos dispuestos a ello. El don nos permite desmitificar el proceso y el reto es saber si realmente estamos dispuestos a permitir que se desmitifique y si no es así qué conseguimos ocultándonos detrás de una determinada técnica. ¿Quién quiere trabajar más para acceder a menos a no ser que haya algo que le haga salir ganando?


-¿Teme que la Reconexión se acabe convirtiendo en una nueva religión en la que vayan surgiendo individuos que se consideren “profesores” que vayan añadiendo nuevas cosas para justificarse un estatus en ella?


-La gente puede cambiar las cosas, por supuesto. Es un problema de ego. Pero no se puede hacer una sanación de la Reconexión y añadir subtipos de energía porque entonces lo que de verdad estás diciendo es que no entiendes lo que estás haciendo. ¿Puedes controlar a todo el mundo? No. La gente puede hacer lo que quiera pero por eso la sanación por Reconexión está registrada como marca comercial. Ayudará a evitarlo. No queremos que al igual que alguien se lee un libro de Medicina y pretende luego que sabe lo suficiente para colgar un cartel diciendo que es médico eso ocurra con la Reconexión. La marca protege en suma al público de personas que finjan hacer Reconexión. Quien desee encontrar a personas que la practiquen de verdad no tiene más que entrar en nuestra web.


-¿Cómo es que accedió a someterse a investigaciones científicas y rigurosas? No es lo habitual.


-Bueno, las investigaciones están abriendo sólo pequeñas ventanas, perspectivas sobre algo que es mucho más grande. Y las acepto porque todo lo que cuento es real y las personas que llevan a cabo las mismas pueden demostrarlo. Eso hará además que la gente quiera conocer la Reconexión, que se sienta más segura al saber que los científicos confirman que se trata de algo serio y no de un engaño. Mire, que descubramos algo hoy no quiere decir que no existiera antes. Es como el ultravioleta o el infrarrojo; hace doscientos años nadie podía pensar que existieran gamas de color no visibles debido a que sus frecuencias no las captan nuestros ojos. Hay pues que recordar que no es lo mismo la ausencia de pruebas que las pruebas de una ausencia. Los físicos no habían visto nunca antes de estas pruebas una energía que no se debilitase con la distancia. Nunca habían visto energía termodinámica saliendo al medio ambiente que es lo que sucede durante nuestro trabajo. Cuanto más estudiamos menos respuestas conseguimos pero aparecen preguntas más interesantes. Resumiendo, acepto las investigaciones porque yo sé que todo esto es real, la gente debe saberlo y lo aceptará mejor si hay científicos que investigan y valoran lo que hago. Por esa misma razón aparece la palabra doctor en mi libro: no tiene nada que ver con que sea médico pero sé que al poner la palabra doctor consigo que la gente coja al libro y que, por el contrario, de no ser así muchos ni siquiera aceptarían recibir la información. Es un término que abre puertas. Tengo un propósito y es concienciar a la gente sobre mi trabajo. Y si lo hago bien cuando deje este cuerpo humano ese trabajo se quedará aquí.


Tras esta charla -necesariamente breve debido a sus múltiples compromisos- Eric Pearl nos invitó a asistir a uno de sus seminarios y nuestra primera sorpresa fue comprobar la atracción que sus enseñanzas generan. Algo más de 400 personas -la mayor parte terapeutas- habían abonado los 333 euros que costaba asistir a los seminarios que impartió a lo largo de los dos días y medio del fin de semana.


La presentación tendría lugar el viernes por la tarde. Con una puesta en escena al más puro estilo norteamericano y un perfecto dominio del escenario Pearl explicó en que consistía la Sanación Reconectiva y cuáles eran los objetivos del mini-curso. Poniendo mucho énfasis en enviar un mensaje: todos los asistentes –médicos, terapeutas y personas sin cualificación sanitaria alguna- podrían al final de los seminarios hacer TODO lo que él es capaz de hacer. Y después realizó una demostración más bien “light” para lo que la gente esperaba a la vista de lo oído y leído sobre su capacidad de sanación. A todos nos hubiera gustado ver casos parecidos al de Dimitri del que antes hablamos pero no pudo ser. Pearl escogió de entre los asistentes a un joven con problemas de articulación que le impedían elevar sus brazos en paralelo y por encima de la cabeza. Y tras unos instantes moviendo sus manos de forma pausada en torno al brazo afectado el joven -al que volveríamos a ver como un participante más en el seminario durante el fin de semana- volvió a su asiento tras demostrar que la movilidad de su brazo ya era completa. No hubo más y desde luego no nos pareció muy concluyente.


Los dos días siguientes fueron eminentemente prácticos. Pequeñas charlas teóricas por parte de los ayudantes de Pearl -personas todas ellas accesibles y muy agradables distribuidas en función del idioma de los presentes ya que había gente de habla inglesa, francesa y, por supuesto, española-. A continuación, en grupos de cuatro personas que se iban rotando -una tumbada en la camilla y tres alrededor de pie- la parte práctica comenzaba. Quienes se encontraban de pie movían sus manos sobre las personas tumbadas siguiendo las indicaciones de los asistentes o del propio Pearl a través de grandes pantallas instaladas en la sala pero sin llegar en ningún momento a tocarlas físicamente mientras esperaban que se produjera alguna reacción perceptible de tipo físico en su cuerpo. Y debo decir que no tardé en comprobar, mientras paseaba entre las camillas –los grupos iban rotando porque no había camillas para que todos los asistentes pudieran trabajar a la vez- que efectivamente allí estaba sucediendo algo. No en todos los casos se provocaban reacciones pero sí en muchos, en casi todos. Se trataba de manifestaciones físicas involuntarias, sencillas, pero visibles: ojos que tras los párpados cerrados se movían inquietos o ligeros movimientos en los dedos de las manos, en los músculos de la cara, en los pies... En unas decenas de casos las reacciones fueron en cambio mucho más llamativas: había cuerpos que se movían de forma espasmódica y sin control sobre las camillas, como si fueran marionetas controladas por hilos invisibles anudados a las manos de las personas que se encontraban alrededor de la camilla. Y nunca se produjo el más mínimo contacto físico con la persona tumbada. Ni siquiera hubo contacto verbal. El trabajo, los ejercicios, se realizaban en silencio.


Eso sí, las sensaciones variaban según las personas. Cuando me llegó el turno de estar de pie alrededor de una camilla tratando de buscar o motivar con los movimientos de mis manos alguna reacción en la persona tumbada experimenté una sensación de agradable calor en las palmas de mis manos, un calor que de alguna manera sentía vinculado a la persona de la camilla y cuya intensidad, en contra de todas las leyes físicas, no disminuía al alejarme o acercarme a la camilla. Lo sentía invariable. Incluso podía aumentar a medida que me alejaba. Luego constataría preguntando a algunos asistentes que casi siempre las reacciones físicas en las personas que estaban alrededor de la camilla se correspondían con sensaciones en las personas tumbadas.


Finalmente me tocó tumbarme a mí en la camilla. Y puedo dar fe de cómo de una forma completamente involuntaria sufrí en primera persona todos los efectos relatados. Unas veces sentía pequeños movimientos oculares incontrolados y otras cómo mi cuerpo se agitaba. El movimiento sin control comenzaba en un brazo o una pierna y se iba extendiendo a todo el cuerpo. Llegué a sentir todo mi organismo sacudido por hilos invisibles sin que notara el más mínimo contacto externo.